miércoles, 15 de noviembre de 2006

Airear la Tierra


Después de la cosecha, cuando se ha cumplido el sueño de la semilla, y ha viajado hasta destinos insospechados, después del silencio de manos y máquinas en el campo... se vuelve a empezar. Es tiempo entonces, de pensar en la tierra; el suelo se cansa, se agotan sus nutrientes naturales, luego de un tiempo estimado se descansa.En la antigüedad, donde el campo proveía el pan para unas pocas familias solamente, antes de la comercialización, el suelo era cuidado, se lo oxigenaba... se daba vuelta la tierra. Los habitantes del suelo, sus minerales y todos sus químicos comenzaban a actuar y así se alimentaba la tierra para pensar, ahora sí, en locura de granos y maíz alimentando al hombre de esperanza y de paz. ¿Podemos seguir así, sin descanso? Definitivamente no.En un país tan rico de humanidad, de altos valores (no muy de moda, es cierto), de mirada lejana en horizontes difíciles, sin conformismos, progresista (de progreso, no de capitalismo) hasta el apellido; en una Latinoamérica que pide a gritos unirse para reformularse, hermanarse, nutrirse con lo que somos, no podemos seguir castigándonos con un reloj arbitrario, con el estrés dando vueltas. ¿Cuánto hace que no nos miramos a los ojos?... ¿Y que nos tocamos?... Tiempo de reflexión y de hechos. Por cierto, podemos usar agroquímicos, esencias artificiales de vainilla y hasta hombreras, pero la naturaleza nos ha regalado sus propios remedios. ¿Los vamos a desechar?Pensémonos tierra, aire, sol y agua. Pensémonos cielo, sueño, amor. Y si las palabras son obstáculos, seamos cada vez, cada día, más nosotros mismos sin olvidarnos de los otros, que son el fundamento de toda existencia.A prepararse: el tiempo de siembra está por comenzar.
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Marcelo Meza - Derechos reservados © 2006

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