
El asco
Hablar con alquiler
Admitamos que la primera vez se ofende por ignorancia;
pero creamos que la segunda
suele ser por villanía. José Ingenieros
Alguien
 famoso dijo: “Me dan asco”. No llega a insulto directo, pero es una 
agresión. Si tan sólo fuera un punto de vista, dicho esto, en un ámbito 
íntimo, entre amigos, charla de bar, de cosa privada, vaya y pase. En 
cambio, dicho en público, de forma que el pulpo mediático se encargue de
 reproducir lo dicho hasta el hartazgo, incluso, corregido y aumentado, 
claro, es otra cosa y grave.
Si a esto le sumamos que quien dice
 es figura pública, famosa y consagrada del medio artístico, músico y 
compositor, de cierto nivel intelectual, el mismo que ha dedicado 
décadas a mejorar y posicionar su nombre y carrera, logrando éxito 
considerable y mérito indiscutible, con nombre y apellido, de imagen 
reconocida, entonces, la palabra dicha cobra otra dimensión.
    Me dan asco.
 Como esto es apenas un borrador de ideas y preguntas requiere aclarar 
algunas tachaduras. ¿Qué es esto de hablar con alquiler? Se ha dicho 
aquello de hablar con propiedad, cuestión que hoy en día es un desmedido
 lujo. No se requiere semejante ilustración (ni cerca del antiguo 
Trivium (1)).
 Imagino que, así como podemos alquilar un traje o smoking, también 
podemos alquilar la palabra, para un momento especial. Y se me ocurre 
que expresarse en público es más que una ocasión ordinaria, porque allí 
se pone en juego la reputación y respeto del que lleva la voz cantante. 
La palabra dicha en público, entonces, es un compendio de lo que 
pensamos, la resignificación resumida en lo que se conoce como opinión.
 
