lunes, 14 de noviembre de 2011

El asco


El asco

Hablar con alquiler


Admitamos que la primera vez se ofende por ignorancia;
pero creamos que la segunda
suele ser por villanía.
José Ingenieros



Alguien famoso dijo: “Me dan asco”. No llega a insulto directo, pero es una agresión. Si tan sólo fuera un punto de vista, dicho esto, en un ámbito íntimo, entre amigos, charla de bar, de cosa privada, vaya y pase. En cambio, dicho en público, de forma que el pulpo mediático se encargue de reproducir lo dicho hasta el hartazgo, incluso, corregido y aumentado, claro, es otra cosa y grave.
Si a esto le sumamos que quien dice es figura pública, famosa y consagrada del medio artístico, músico y compositor, de cierto nivel intelectual, el mismo que ha dedicado décadas a mejorar y posicionar su nombre y carrera, logrando éxito considerable y mérito indiscutible, con nombre y apellido, de imagen reconocida, entonces, la palabra dicha cobra otra dimensión.
Me dan asco. Como esto es apenas un borrador de ideas y preguntas requiere aclarar algunas tachaduras. ¿Qué es esto de hablar con alquiler? Se ha dicho aquello de hablar con propiedad, cuestión que hoy en día es un desmedido lujo. No se requiere semejante ilustración (ni cerca del antiguo Trivium (1)). Imagino que, así como podemos alquilar un traje o smoking, también podemos alquilar la palabra, para un momento especial. Y se me ocurre que expresarse en público es más que una ocasión ordinaria, porque allí se pone en juego la reputación y respeto del que lleva la voz cantante. La palabra dicha en público, entonces, es un compendio de lo que pensamos, la resignificación resumida en lo que se conoce como opinión.